viernes, 24 de octubre de 2008

Junto a la tumba de Azaña

Ramona García Gabaldón/ elpais (21/09/08)
Granada

Sobre la lápida de granito que la cubre, un escueto Manuel Azaña (1880-1940). A sus pies, un ramo de rosas de plástico de color rojo, violeta y amarillo cubre una bandera doblada, también de plástico, de la República, dejando ver un descolorido escudo de España. Al lado del ramo, una separada rosa granate. Los republicanos españoles en el exilio francés recuerdan al jefe de Estado en tres placas de diferente estilo. En otra placa, y en un texto grabado sobre la piedra, se confía en que Azaña perdure en la memoria de la gente.

Todo esto es lo que hay del que fuera presidente de la II República Española en el cementerio de Montauban. Descubrir la localización de la modesta tumba fue una odisea bajo un justiciero sol de julio, pues el "guardián" no estaba para informarnos. Durante casi una hora paseamos por las calles, sin hallar rastro alguno. Al final, cuando el responsable llegó, nos acompañó amablemente, "en su coche", al lugar donde reposan los restos de Azaña.

Ni una sola indicación en la entrada del cementerio. ¿Por qué no señalar que allí yace un gran estadista y jefe de Estado de España? E incluso, ¿por qué no poner un plano con ubicación de la tumba? Tal vez la Ley de la Memoria Histórica diga algo que se pueda hacer al respecto. Tal vez le podría corresponder hacer algo al Gobierno de España.